Generosidad y donación de sí y de lo que se posee, pero de forma natural y espontánea. La amistad se ubica en el mundo de los sentimientos altruistas y sinceros.
Aceptación de fallos, defectos y limitaciones, sabiendo disculpar y perdonar de la misma forma que uno desearía ser perdonado y disculpado por el amigo.
La amistad llega como un fuerte impulso de interés, simpatía y sentimientos de afinidad con el otro y se sigue afianzando a través de encuentros inesperados y enriquecedores.
La amistad verdadera, como todo lo auténtico, no es ni fugaz ni engañosa; tiene vocación de futuro; por eso suele decirse que un buen amigo lo es para toda la vida.
La amistad, además de estima y admiración, es amor y, sobre todo, benevolencia. El amigo ve lo que somos y nos ayuda a ser nosotros mismos. «Sólo el amigo nos ve por aquello que somos», dice Alberoni
Ser amigo supone siempre ser más amado que otros, que la inmensa mayoría. Ser elegido entre los demás y gozar de una atención especial. El amigo tiende a ver la parte mejor de nosotros mismos, la más humana, sincera y noble de forma natural y espontánea
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